Este último ejercicio ha consistido en realizar 1000 fotos durante todo un día, fotografiando todo lo que vaya transcurriendo a nuestro alrededor, con la condición de que se borren. El objetivo de esta práctica consiste en que los alumnos nos hagamos con la cámara como un elemento más de nuestro día a día, que siempre deseemos llevarla encima, y que nos lamentemos si no hemos podido plasmar algún acontecimiento que nos ocurra, por insignificante que sea.
Para este trabajo, elegí un día como cualquier otro, sin ninguna anécdota destacable. Sin embargo, ya solo por el hecho de llevar conmigo la cámara fotográfica, fue diferente, en parte divertida, en parte pesada.
A las 7:30, nada más levantarme, vi la cámara junto al despertador, ya que lo coloqué ahí la noche anterior para acordarme, previendo que a esas horas de la mañana de lo último que me iba a acordar era de este trabajo. Medio dormida me levante, cogí mi cámara, y me dispuse a hacer lo de cada día: desayunar, prepararme para ir a clase,... pero con una diferencia, venga a sacar fotos. Primero saque unas cuantas fotos a mi desordenada habitación, a mi cama deshecha, al despertador, al escritorio lleno de papeles y lápices,... Nada más entrar en la cocina observé a una de mis compañeras a la que saque otra foto, la cual no respondió con agrado y me exigió que borrara la fotografía. Después de explicarle que no se había guardado, comencé a fotografiar la cocina, la nevera, la leche, el tazón, los cereales,... en resumen todo lo que veía.
Mientras me preparaba seguía sacando fotos, entre las prisas, al armario, la ropa,... cogí el abrigo, el paraguas, el bolso, y por supuesto la cámara. Una vez en la calle, no saqué muchas fotos porque me daba un poco de vergüenza. Al principio saqué alguna, pero cuando me encontré con un semáforo lo fotografié y dos señoras me miraron de forma muy extraña, lo que me cortó un poco a la hora de volver a sacarla. Llegando a la universidad me animé un poco y saqué al campus, a la gente que iba con prisa hacia sus respectivas facultades, a los árboles, y por supuesto a su arquitectura. Como era jueves, me dirigí al Edificio Central ya que a las 10 tenía Introducción a Historia del Arte, y antes de entrar, por supuesto, volví a sacar más fotos. Una vez dentro, guardé la cámara por miedo a que me llamasen la atención. Tras 2 horas de clase salí del edificio, y me dirigí a la Escuela de Arquitectura con la cámara en mano. Por el camino fotografié los árboles, a un pajarito negro y blanco, a los coches que pasaban por la estrecha carretera unos más rápido, otros más lento, otros a toda velocidad.
Llegando a Arquitectura, me encontré con 3 amigas que se dirigían a clase, igual que yo, y por supuesto, FOTO , foto a ellas, al tubo de arquitectura y a la gente que pasaba por allí, a un par de coches que daban vueltas en busca de un hueco donde estacionarse, y a la humareda que se suele formar a la salida de la facultad donde cantidad de estudiantes se dedican a fumar y charlar. Nada más entrar en la Escuela, otra vez a guardar la cámara. La verdad es que ha esta hora, sobre las 12 del mediodía, ya estaba un poco harta de la cámara de aquí para allí. Y así toda la mañana.
Hacia las 2, volviendo a casa con una amiga, continué sacando fotos y más fotos por todo el camino. Cuando llegué a casa, muerta de hambre, fotografié a una de mis compañeras cocinando, y después entre bocado y bocado.... FOTO. La verdad es que con estas fotos nos reímos mucho, fueron muy divertidas. Más tarde estuve estudiando en mi cuarto, saqué alguna foto pero la verdad es que no eran nada interesantes. Sobre las 8 de la tarde, vinieron 4 amigas a casa y estuvimos charlando un rato, mientras sacaba más fotos. Aunque al principio, se quedaron extrañadas, al explicárselo les hizo gracia, y quisieron posar.
Al final del día, ya no tenía muchas ganas de continuar, aunque si que era cierto que hubo momentos divertidos y alguna foto que me hubiese gustado guardar, pero todo un día sacando 1000 fotos se acaba haciendo pesado y cansado. Sin embargo, saque más fotos durante la cena. La última foto que saque fue al interruptor de la luz, lo que significaba que este curioso día había terminado.
No estoy segura de haber hecho las 1000 fotos, aunque he hecho muchísimas, tanto que ya era pesado y me daban ganas de tirar la cámara por la ventana. Con esta práctica he descubierto que me gusta la fotografía, como una afición en mis ratos libres, pero estar todo el día pegada a ella, de eso no estoy nada segura.
13/10/08
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